Observatorios turísticos

Un observatorio turístico es un instrumento metodológico cuya función es realizar valoraciones y evaluaciones sobre los avances en los planes y programas turísticos de cada destino, o de un conjunto de ellos, a partir de la sistematización de sus componentes. Con la operación de un observatorio turístico es posible observar los avances en la ejecución de dichos programas, y sus consecuencias en lo económico, lo social, lo cultural y lo medioambiental.

Los observatorios turísticos trabajan a partir de indicadores. Los indicadores primarios que aplica un observatorio turístico bien constituido son los lineamientos derivados de los organismos internacionales, en particular los de la Organización Mundial del Turismo; además, los que marcan las leyes y sus reglamentos en el ámbito federal y el marco jurídico de las provincias o estados y sus departamentos o municipios.

Un plan de acción para constituir un observatorio turístico requiere de estrategias y líneas de acción. A partir de los criterios que derivan del modelo de gestión responsable del turismo, debe subrayarse la importancia de definir un marco ético de actuación, en donde los principales valores a considerar en los resultados de la actividad turística no sean los meramente económicos, como es habitual en el modelo desarrollista, sino las aportaciones en términos de inclusión social, equidad, combate a la pobreza, búsqueda de sustentabilidad y práctica de la sostenibilidad que puede proporcionar la práctica del turismo, ya sea como actividad económica o en sus facetas sociales.

Un observatorio turístico trabaja fundamentalmente a partir de información estadística; sin embargo, es común que en los países latinoamericanos existan deficiencias, a veces muy serias, en los resultados estadísticos o sus metodologías, e incluso es común que no existan estadísticas propiamente turísticas, ya que generalmente los datos del sector terciario de la economía se presenta sin desglosar.

Por otro lado, se tiene por hábito considerar casi exclusivamente elementos estadísticos propios de la macroeconomía, en particular aquellos que reflejan el nivel de crecimiento que alcanza la actividad en un periódo de tiempo determinado. Con ello, se tiene por paradigma que un resutlado positivo en la valoración del turismo es obtener cifras más elevadas en demanda, inversión e ingresos, con lo que se da por sentado que crecer indefinidamente es la mejor muestra de éxito, con lo cual los planes de desarrollo siguen considerando erroneamente estos objetivos como los esenciales.

En el marco del modelo de gestión responsable del turismo estos escenarios aparecen rebasados: es factible el crecimiento pero con responsabilidad, es decir, en ocasiones las metas pueden y deben ser planteadas hacia el descrecimiento: existen diversos ejemplos de cómo detener la vorágine inmobiliaria, la masificación del consumo cultural y el deterioro de la calidad de los viajes, por citar algunos ejemplos, tareas que son parte del proceso para recuperar los equilibrios perdidos y reencontrarse con la parte más importante de la experiencia turística, que es el contacto equilibrado y respetuoso entre las personas que viajan motivadas por la plenitud del espíritu y el descanso y quienes les reciben como anfitriones, vinculación profundamente humana y moralmente histórica, que hacen de la ley universal de la hospitalidad un negocio respetuoso y responsable.